19.12.2008

Sobre el uso del doble bombo

Una de las preguntas más clásicas sobre técnicas para bombo es como lograr ese doble o triple golpe que acompaña a nuestros ritmos. La intención de esta página es dar a conocer algunos tips básicos y útiles que facilitarán tu técnica, haciéndola más eficiente, rítmica y clara al mismo tiempo.
El primer paso para empezar con la técnica del doble golpe (double, doublet, double kick o double bass drum stroke) es por tener una buena postura. Tus pies deben de formar, preferentemente, un ángulo de 90° con el suelo para evitar fatiga y cansancio al máximo. Una vez que estás en posición, recuerda haber hecho los debidos ejercicios de calentamiento antes de comenzar a golpear tu batería. Una vez que hayas cumplido con estos requisitos, sigue los siguientes pasos para comenzar a practicar.
El segundo paso es poner tu pie en el lugar correcto. Como puedes ver en la foto, tu pie debe de estar colocado ligeramente por arriba de la mitad del pedal, con el talón elevado. El talón debe estar formando un ángulo de 15-25° con respecto a la punta del pie. Te recomiendo que si es la primera vez que tratas de hacer un doble, el talón lo levantes lo más posible (sin exagerar) ya que será más fácil que aprendas de esta manera. Sin embargo, si se toca mucho tiempo con el ángulo del talón muy pronunciado, tus músculos se cansarán rápidamente, por lo que NO es recomendable mantener la posición por mucho tiempo. Una vez que tienes un poco más de práctica, podrás hacer el ángulo más pequeño (bajando el talón hasta estar más cerca del pedal) o incluso descansar el pie sobre el pedal. Una vez que tienes tu pie en el lugar correcto, golpea unas cuantas veces el bombo para que te acostumbres a la sensación que se tiene cuando se hace de esta manera. Golpea y levanta el pie de 1 a 1.5 pulgadas cada vez. Suena y se siente algo raro, pero saber esto tendrá una enorme ventaja cuando conozcas el paso 3.
Pero antes vamos a lo más importante, a esta altura, si cabía la remota posibilidad de que mi madre estuviera leyendo este blog, con todo lo del doble bombo que puse arriba para despistar estoy seguro de que habrá abandonado la lectura de este post en el primer párrafo, por lo cual estoy en condiciones de hablar sin censura maternal. La verdadera motivación de este artículo es contar algo extremo, algo por lo cual podría pagar con mi vida de enterarse mi progenitora; no me quiero extender más: tengo una tasa sucia debajo de mi cama desde febrero. Genial! Ya es diciembre, esto tenía pensado escribirlo antes, pero el pasar de los meses lo va convirtiendo en un suceso cada vez más extremo. La cosa es así. Me tomé un café con leche en la cama los últimos días de febrero y al terminar la puse debajo de la misma seguramente para no levantarme. Sucedió que al día siguiente me fui para Paysandú. Y a los 3 o 4 días me fui a Francia, donde me compré una tasa mucho mejor que la que tenía, razón por la cual la primera quedó sin uso. “Sí, entendemos, pero eso no impide que laves la otra que dejaste sucia durante un mes hasta que llegaste, ni mucho menos que la dejes ahí el resto del año!” me dirán ustedes. Y tienen razón. Por eso estoy camuflando este texto con lo del doble bombo, porque si tuviera una buena excusa que justifique tal barbarie antihigiénica ya lo habría hecho público antes, culpando a alguien obviamente. También me tomé la molestia de camuflar una tímida foto de la tasa –que recuerdo en un principio era amarilla- en este update: si prestan atención podrán distinguir un hongo con forma de tasa en el espacio entre el redoblante y el bombo derecho de la Mapex de abajo. La verdad es que no entiendo como sucedió, y en realidad tendría que estar hablando en present continuous porque mientras escribo esto, siento que la víctima me observa desde allí abajo por entre los hongos que la recubren como esperando el momento justo para asesinarme, mientas tecleo cosas acerca de lo mal que luce. Volteo para ver comprobarlo y sí, allí esta, inamovible, inlavable, mimetizada… hasta parece una simple protuberancia de la baldosa sobre la que se apoya. En tres días me vuelvo a Paysandú y esa tasa no puede quedar ahí porque sino ya me entraría a arrepentir de no haberme puesto en contacto con la gente de Guiness World Records. Vienen momentos duros, de manos con guantes de latex, de mucho Nevex multiacción, o en el peor de los casos, de bolsa negra… Ahora tengo que seguir un poco más con el artículo del doble bombo por si la gente que no debe leer esto se le ocurre ver como termina. Recuerden que siempre voy un paso más adelante.
El tercer y más importante paso es la esencia del golpe doble. Una vez que hayas culminado el golpear el pedal con el tobillo levantado y separar un poco el pie del pedal después de golpear, tienes que resbalar el pie hacia arriba y dar un golpe tenue, lo que creará el sonido del doble golpe. En el paso número 2, cuando te dije que levantaras el pie de 1 a 1.5 pulgadas fue para que dejaras libre el pedal, para que lo dejaras "rebotar". Ahora, al separar el pie del pedal y moverlo hacia adelante al mismo tiempo (algunas personas lo resbalan, otros simplemente lo mueven, yo utilizo las dos, haz lo que te parezca más fácil). Ahí se llevará a cabo el segundo golpe. La secuencia del golpe sería así: (1) Golpe (2)levantas, dejas rebotar al pedal y lo (3)mueves hacia adelante y das un golpe tenue. Toma en cuenta que este movimiento se lleva a cabo en fracciones de segundo y no se puede pensar cada movimiento a la hora de hacerlo. Lo que quiero decir es que este movimiento tiene que ser "automático", no puedes pensar 1, 2 y 3 cada vez que lo hagas.
Bueno esto es todo con respecto al uso del doble bombo, no se pierdan el próximo update para aprender a tocar los temas de Jaco Pastorius con dos bajos a la vez, sin brazos y andando en una bicicleta de payaso.

16.11.2008

Esta madrugada de lunes encontró a un Sebastián nostalgioso entre fotocopias de neuro. En realidad no es que esté nostalgioso, es que tengo ganas de escribir acerca de una banda que no existe más y que existió en los 90, y resulta que no encuentro otro adjetivo que encaje bien. Así que voy a dejar nostalgioso nomás. Una escena en mi cabeza hizo un link que me remitió a una letra de “Aprenda electrónica en 15 días”; para aquellos mortales no sanduceros y que no vivieron la última década del siglo XX en Paysandú, ese no es el nombre de un curso de la UTU, es el nombre de la mejor banda de rock que pasó por el litoral del país. Me la jugué. Entonces este post, en el que no tengo la más puta idea de que escribir, lo que intenta es hacer trascender a “Aprenda” más allá de las fronteras de las termas de Guaviyú, y más acá del Río Negro; elevarla más allá del mundo material-concreto, al decir de Weber. Tenía la idea de conjeturar respecto al fracaso de la banda, atribuyéndole la culpa al poco comercial nombre de la misma; pero sucede que en este mismo momento –es enserio, en este momento- estoy escuchando en la radio una canción archiconocida de la banda “Ciencias Naturales”. No se realmente si ese es un nombre con estudio de marketing de fondo, pero lo que es seguro es que a mi entender, es el peor nombre que una banda pueda llevar, no importa banda de qué, ese nombre es el peor, solamente aplicable a una disciplina y a nada más. Pero volviendo a Aprenda, puede ser que haya fracasado por la voz fitopaézca del Chito (voz principal), o por no haber tenido ni un sope para promocionarse bien y porque hace 15 años no podías subir tu videito de garage a youtube. O capaz porque en realidad la banda es horrible y a mi me gusta vaya a saber por qué. Igualmente, bandas como Hereford dan por tierra con esta hipótesis… lo digo por lo de horrible. La objetividad, si es que existe, se pierde cuando al escuchar una canción se activan otras cosas aparte del aparato auditivo. Me refiero a huellas mnémicas que resignifican esa melodía que parece de origen intrauterino y que muchas veces mueven más que neuronas sensoriales. Cuando sepa cómo coño subir canciones al blog voy a adjuntar alguna a este post, mientras tanto si alguien se quedó con ganas de escuchar a Aprenda, me pueden pedir personalmente el único disco que editaron. No les va a ser difícil, puesto que de las tres personas que leen este blog, dos viven conmigo y una duerme en el mismo cuarto que yo y ahora está al lado mío. Así que mejor no subo nada. Y ahora que lo pienso bien, se va al carajo aquel propósito de hacer “trascender” la banda en cuestión con este post, ¿a quién engaño? Nadie va a leer nunca esto, sólo Juan y Abel, y para eso ni lo subo, mas vale dejo un archivito Word en el escritorio y si quieren que lo lean y manoteen el disco de Aprenda de la montaña de cajas de al lado del monitor.

02.11.2008

“Ancel Fest”. Velódromo de Montevideo. Viernes a eso de las 21.

Mientras le limpiaba el vómito rosado a una desconcertada emo que yacía desplomada sobre una colchoneta cual ballenato que llega por error a una costa, pensaba 6 cosas: uno: gorda, la puta madre que te parió, dejá de llorar y nunca más le entres así al vino. Y dejá de comer tanto. Dos: fickin´ consumocuidado! Tres: en ese momento estaban sonando las oligofrénicas melodías de los colombianos Tres de Corazones… ese es el nombre de la banda - ahora hago una breve reseña-; son una especie de Juanes pero con menos tatuajes y tienen una canción que se llama “revolución” y que habla de alguna revolución. Pensaba entonces, con Tres de Corazones de fondo, que me acababan de estafar abiertamente, pagué 50 pe una hamburguesa en el carrito del Velódromo… por la textura infiero que se traba de una Doña Coca original (cosecha del 83). Cuatro: tengo que lograr aplazar la descarga, mis ganas de dinamitar a la gorda van aumentando descontroladamente. Cinco: acabo de percatarme de una forma de muerte genial, dinamitar. Seis: Marky Ramone, dejá de robar ovejas te lo pido por favor.


The Artic(ulated) Monkey
El ex The Ramones había comenzado a tocar cuando la noche aún no caía, dando comienzo a una noche que prometía mucho punk del malo... en fin, mucho punk. Encontrándome sin trabajo en ese momento me uní a la pequeña masa de espectadores y pude apreciar todo su show. Lo que vi detrás de esa bata roja fue sin duda algo parecido a lo que, ochenta años antes, Lev Semiónovich Vygotski (Лев Семёнович Выготский) debió haber visto en su laboratorio: un chimpancé experimentando con dos palos. Estaba en presencia de la inteligencia animal, del uso de la herramienta; me descubrí observando perplejo cómo éste simio se servía de objetos del ambiente para lograr un fin determinado: agitaba torpemente dos palos aparentemente con el fin de producir algún sonido con ellos. No pudo tocar ningún tema sin perderse un mínimo de tres veces por canción; pero no seamos exigentes, dejémoslo experimentar y disfrutemos de este hecho científico.



Luego de dar Marky los últimos palazos y de que lo volvieran a encerrar en su jaula, se encendió una pantalla gigante, varios metros al costado derecho del escenario, que rezaba lo siguiente: “¿Con qué tema querés que cierre Hereford esta noche? Enviá un sms y sé parte del show, votando por alguno de estos tres temas: xxx, yyy, La corona del Rey”. No sé cuales eran los otros dos, pero no importa, seguramente serían igual de horribles que el único que me acuerdo. Vos mandabas un mensaje que te salía como 70 pesos +iva y ahí votabas alguno. No miré cual había ganado ni si los Hereford boys respetaron la votación y accedieron a cerrar con el tema ganador. En realidad tampoco se si alguien mandó algún mensaje. Lo mismo hicieron el sábado pero con Buitres.
¿Qué pasó? ¿me perdí de algo? Capaz que fui yo que sin darme cuenta me metí por descuido en algún agujero negro, pero quiero sacarme la duda porque para mí, yo todavía estoy en la época de la listita de temas en el piso, pisoteada y apretada con las patas del micro o con algún pedal. Esto es demasiada interacción digital para mi, demasiada dialéctica satelital, no logro procesarlo correctamente, no concibo que unos ese eme eses sean los mediadores entre el público y la banda. Yo no estaba cerca del escenario, pero me imagino que con esto también marchó aquello de gritarle el nombre del tema con que querés que cierren el toque. No presté atención a los movimientos de Peluffo porque son los mismos desde hace 20 años, pero seguramente en algún momento sacó el cel, mensajes, bandeja de entrada, “cerra cn cda vz t kiero + :D bss. kamii”. Igual ganó Avril.


Las Pelotas
Creo que estaba tocando Trotsky cuando, de repente, alguien lanzó varias pelotas de playa enormes y azules al público. Se diferenciaban de una pelota de playa común y corriente porque éstas decían “Ancel Fest” en blanco. La gente por supuesto, respondió dándoles pequeños empujoncitos con la yema de sus dedos para así hacerla saltar y circular por todo el público y que nadie se quedase sin jugar. De lo poco que recuerdo antes del suceso del agujero negro, en los toques de rock lo único inflable que rebotaba a trompadas eran condones inflados. Y doy fe de que condones había porque mi anatomía pasó gran parte del espectáculo postrada en una silla plegable, ingiriendo caramelos de menta en la carpa de donde salían unos peludos a regalar cajitas de Prime durante las primeras actuaciones.

Ancel vs. Coca-Cola
Para mí gana CocaCola porque es más rica que comerse un celular.
Pero ahora quiero comparar los toques organizados por estas empresas. Para la uruguaya voy a tomar como referencia este ultimo evento y para la multinacional los toques organizados en el verano.

De +
Ancel Fest

- Me regalaron un colgante de Nokia que no se para qué usarlo.
- La bajista de Loquillos
- Había promotoras
- No había presentador (Cairo Herrera) entre banda y banda

Coca-Cola

- Regalaban CocaCola Zero, que no está tan buena como la posta pero era gratis
- Buenos Muchachos
- Rambla
- Guerra de botellitas al finalizar los toques
- Que sean una banda sola por vez
- No tenías que hipotecar tu casa para pagar la entrada ni verles las caras de orto a los de Red UTS porque eran GRATIS!

De -
Ancel Fest


- Las pelotas de playa.
- Las votaciones por celular
- La gente que asistió
- El 97,4 % de las bandas
- La gorda emo que vomitaba


Coca-Cola

- Cairo
- Cairo
- Demasiado puntuales para los que acostumbramos a llegar tarde siempre a todos lados por los siglos de los siglos amén
- Cairo

22.09.2008

Master Of War

"...And I hope that you die
And your death'll come soon
I will follow your casket
In the pale afternoon
And I'll watch while you're lowered
Down to your deathbed
And I'll stand over your grave
'Til I'm sure that you're dead"

14.08.2008

De las fabulaciones más extrañas que tuve la oportunidad de escuchar en mi vida, la más delirante no me llegó a través de ningún esquizofrénico hijo de Alá o inventor de máquinas del tiempo con forma de casco. Si uno empieza a concurrir regularmente al zoológico del Vilardebó en el marco de alguna actividad académica, comienza a naturalizarse el hecho de escuchar de manera casi morbosa relatos de este estilo mientras pincha como con un palo al paciente-mono para que vomite la mayor cantidad de disparates posibles, mientras los otros ponen cara de “mmm… delirio poco sistematizado”. No hablemos de cuando se para y empieza a aletear o cantar en medio de la entrevista, es una sensación solamente comparable con la de pasar por la jaula del león y que justo se ponga a rugir! O cuando un mono se enloquece y empieza a gritar como mal de la cabeza sacudiendo la rejilla y dándoles sopapos a los otros monitos más chicos. Desde el siglo pasado que no voy a un zoológico pero recuerdo que estas situaciones eran geniales, la diferencia con el Vilardebó es que ahí uno debe permanecer profesionalmente serio. Es que cuando suceden cosas así, las compañeras de clase más veteranas (siempre las hay, son pocas pero se mueven en bloque) te miran con cara inquisidora esperando que se te escape alguna risa para murmurar con la otra vieja chota de al lado algo de la ética y después quedarse rumiando palabras de misa dominguera como dos vacas viejas, rubias y maquilladas. Igualmente uno atraviesa las rejas del hospital sabiendo de antemano que se encontrará con las más raras performances y con las historias más alocadas, y se va del mismo con la reconfortante certeza clínica de que aún no ha enloquecido del todo. El tema es cuando estos relatos fantásticos, que suelen ser contadas allí dentro, los escuchamos en otros ámbitos no manicomiales.
Siendo niño tuve la oportunidad de escuchar aproximadamente veinte mil putecientos cuentos contados por las más pinturrajiadas bocas de las más extravagantes Cuentacuentos y en los escenarios más impensados. Por supuesto que no me acuerdo de todos, pero sí me recuerdo sentado en ronda, en silencio, esperando a ver qué venía. Debe haber sido por esos registros placenteros que quedaron como huellas mnémicas en mi psique que una noche, entre los detestables mosquitos de enero, me dieron ganas de ir a ver a dos Cuentacuentos que anunciaron vendrían al complejo vacacional donde yo me encontraba en ese momento, en Jaureguiberry. Bueno voy a decir la verdad, en realidad fui porque las tipas éstas iban a estar en un salón comunal que quedaba a unos tres metros de la cabaña donde yo estaba.

Sea como sea, me acerqué al evento por primera vez como un adulto. Ya no fui corriendo atropellando para no quedarme sin almohadón y sentarme bien adelante, esta vez fui apareciendo desde atrás, de la forma menos llamativamente posible, manos en los bolsillos, caminando como quien va por la orilla del mar pensando lo bella que es la vida. Me detengo algunos metros detrás del último niño y me quedo allí medio recostado a algo, justo cuando estaba por comenzar. La Cuentacuentos número 1 era una señora de aproximadamente 62 años y estaba vestida como para recibir en una gala a los Reyes de de Inglaterra. La Cuentacuentos número 2 tendría poco más de 30 años y estaba vestida como para recibir en una gala a los Reyes de España. La Cuentacuentos número 1 toma entre sus manos un disco y lo coloca en un huevito en el que inmediatamente comienza a sonar la canción de Titanic tocada por un sicu con reverb al mango. Enseguida reconocí esa música capaz de ser interpretada únicamente por el talento de los bolivianos que están en la plaza de los bomberos, en Ciudad Vieja, en la plaza Cagancha, en la Semana de la Cerveza, en la Patria Gaucha, en el Pilsen Rock, en Woodstock, en el Certamen Mundial de Escupitajo, en el Octoberfest, en el Ozzfest y en el Cajón de las Medias de tu Ropero. Nunca lamenté tanto no contar en ese momento con algún dispositivo de grabación para inmortalizar lo que estas mujeres hablaron aquella noche. El cuento de la Cuentacuentos número 1 versó sobre, llamémosle, the dark side of Papá Noel. Puedo asegurar sin ningún respaldo empírico que esta presentación fue preparada a comienzos de diciembre del año pasado, más o menos cuando el HBO arranca con las películas de navidad y el canal 10 pasa Mi Pobre Angelito 3, sino no se explica por qué vino a hablarnos de Papá Noel en enero. El show arrancó con una explicación acerca de cómo el “jo jo jo” del gordo navideño es fingido, aclaró que no sólo es imposible que una persona se ría naturalmente con la letra “o”, sino que además Papá Noel ésta navidad no tenía ningún motivo de celebración, no estaba feliz. Y eso por diversos motivos, el más grave de todo quizás, era su “crisis identitaria”, con esas palabras. Comenzó entonces a desplegar toda una serie de motivos que lo llevaron a dicho padecimiento, tales como la gran variedad de nombres por los cuales es llamado en las distintas partes del mundo: Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás, Viejito Pascuero, Colacho, Sinterklaas, Baboo Natale, etc. Según la Cuentacuentos número 1, esta diversidad de nombres produjo en el barbudo un conflicto del tipo “¿quién soy y de donde vengo?” que terminó sumergiéndolo en la locura. Mientras los bolitas seguían sonando de fondo, la señora miró fijamente a un niño del público y le gruñó encolerizada: “¿y de dónde piensan ustedes que Papá Noel, o como sea que ustedes le llamen, saca la plata para comprar los regalos a todos los niños del mundo? ¿Acaso no les parece raro que tenga tanta plata él sólo???” La explicación que encontró para este dilema fue la siguiente: El Viejito Pascuero tiene ciertos negocios con los jeques árabes, quienes mediante el lavado de dinero con sus petroleras, les financian a aquél el costo de la materia prima para fabricar los regalos de todos los niños del mundo. “Los regalos de ustedes están manchados de petróleo”, sentenció la Cuentacuentos número 1. Para terminar agregó que los duendecitos verdes encargados de la manufactura de los mismos, trabajarían bajo el régimen de la esclavitud… Si esto lo estuviera inventando yo (imposible, nunca se me abría ocurrido algo tan genial) agregaría que estos enanitos fabricaban los juguetes en “trineos-factoría” y que los renos eran en realidad caballos deformes que Papá Noel los compró más baratos porque nacieron con cuernos.
Lo de la Cuentacuentos número 2 no fue tan delirante como la historia de la Cuentacuentos número 1 (seguramente porque el guión no estuvo a cargo de su colega) pero no por eso fue menos vilardeboésco. Es más, puede haber sucedido que la Cuentacuentos número 2, percibiendo la tremebunda literatura de su compañera, se haya querido cuidar de no aterrorizar a los niños como lo hizo ésta y por eso haya optado por arriesgarse menos e ir a lo seguro: un cuento de Juseca. Lo desadaptativo en la Cuentacuentos número 2 fue la relación texto-contexto. Ver a esta mujer vestida íntegramente de violeta, con tacos finos, un sombrero no se qué y una pollera no se cuánto (no tengo términos para describir ropa elegante) queriendo hablar y caminar como un paisano, y haciendo ademanes que querían dar cuenta de que estaba interpretando a un hombre de taberna, fue de las cosas más bizarras que vi en mi vida y la peor interpretación de personaje en la historia de la humanidad por lejos. Cualquier homo sapiens-sapiens no esquizofrénico sabe que no puede combinar una cosa con la otra, ni en el teatro del absurdo se puede llegar tan lejos.
Para cuando terminó todo, el 68% de los niños se habían ido a tiempo, el 16% se había dormido, el 11% tenía hepatitis B y el 5% habían sufrido convulsiones y accidentes basculares. A mi por suerte no me pasó nada, es más, ni bien salí me monte en uno de los elefantes rosados que andaban ahí en la vuelta y me fui volando hasta el país de Nunca Jamás.

04.08.2008

Para que el consumo no te consuma, ponele cabeza a las drogas.


Es preferible no consumir Doña Coca , pero si elegís hacerlo te acercamos algunos consejos:

-- comé alguna verdura antes de empezar a comer Doña Coca.

-- comelas despacio y masticando bien, alternando con tragos de agua.

-- si las comés fritas, secálas con servilletas o con papel higiénico o con el diario El País para no comerte el aceite, no te preocupes, esto no reducirá el pegue.

-- no mezcles el consumo de Doña Coca con el de vino rosado Tango ni con Gitana; tampoco las comas con ningún pan que te vendan los chinos del autosenvice Ming Hong Gu Zhang (Uruguay y Convención).

-- cuando sientas que estás “tocado”, pará de comer, pasáte a las tostadas o las medialunas rellenas y disfrutá de ese estado.

-- si hace menos de una semana leíste algo de Jorge Bucay o algún libro con nombres similares a “Tómate un café contigo mismo”, evitá consumir Doña Coca.

-- las hamburguesas Doña Coca son residuos de grasas con pichí de capincho fermentadas al sol con forma de croqueta aplastada, si elegís consumirlas evitá acompañarlas con bebidas destiladas.

-- si te las vas a inyectar, asegurate de que la jeringa no haya sido usada anteriormente, y de que no provenga del autosenvice Ming Hong Gu Zhang (Uruguay y Convención).

-- tratá de pegar Doña Coca siempre en la misma boca y que sea de confianza, si conseguiste por otro lado testeala para ver la calidad del corte: si la ponés en la sartén y al aplicarle fuego su tamaño se reduce en un 280% son Doña Coca, sino te vendieron una baldoza.

¿Qué es un uso problemático de drogas?
Es aquel que puede afectar negativamente a una o más de las siguientes áreas:
- Salud física y/o mental.
- Relaciones con familiares o amigos.
- Relaciones con el trabajo o el estudio.
- Relaciones con la ley.

consumocuidado@gmail.com

31.07.2008

presentación

Esta es una tarea complicada, nunca intenté definirme. Lo mas cercano a esto que hice fue enroscarme una lanita (de aproximadamente 10 cm) al dedo índice, diciendo “me llamo Sebastián”, vueltita, “tengo x años”, vueltita, “me gusta dormir”, y ahí forzosamente hacía que se acabe el hilo. No tengo referencias de una dinámica de presentación peor que esa, estoy seguro de que es la peor. El tema es que soy demasiado…como decirlo? poco comercial. Pongámoslo así: intentar vender una película acerca de mi vida y pretender recaudar algo de plata sería algo así como intentar venderle una Atari a un japonesito de 13 años. Ojo! conozco gente muchísimo más amarga que yo, y algunos de ellos no son así únicamente por seguir el programa de cocina de la Hermana Bernarda. Pero igualmente hay veces que me preocupa el hecho de que el 93,6% (estadística actualizada en 2006, I.N.E) de las actividades de mi día a día las pueda realizar sin moverme de mi cuarto. No ilusionen con que el 6,4% restante corresponda a mis facetas de piloto de prueba o alpinista, no no, refiere al tiempo que empleo en ir y volver de facultad y del 24 horas, que es lo único que está abierto cuando me da hambre. Es pues, por estas razones que voy a hablar de mi vida en estado de reposo, cuando me conecto con los contenidos deformados, indescifrables y prehistóricamente reprimidos de mi inconsciente. Soy un tipo que habla bastante dormido, pero no tanto en mi lengua materna, más bien acostumbro a hacerlo en otros idiomas. Quienes me han escuchado afirman que el que aparece con más frecuencia entre mis balbuceos oníricos es el inglés; una cabeza de pony más atrás lo sigue el francés; el tercer lugar lo ocupa el español; el protogermánico, el zenda, y el paleoslavo están empatados en el cuarto, y detrás de éstos toda una serie de dialectos extraños que los escuchas no han podido identificar. Alguien una vez me dijo que creyó reconocer entre mis palabras una antigua lengua muerta del desierto, que reconoció inmediatamente puesto que varias de las palabras que pronuncié formaban parte del estribillo de una de las canciones de cuna que su abuela de Abu Simbel le cantaba antes de dormirse. Me la cantó casi entera pero no la conocí, era media parecida a una de La Tigresa del Oriente, seguramente porque ella tiene ascendencia de por allá. También canto dormido pero acá sí, nadie ha podido nunca identificar ninguna de las melodías que he entonado. Es por eso que una vez me grabé para ver. Si bien no esperaba encontrarme con un Alessandro Safina en ese cassette, tampoco esperaba que mi voz sonara como la de Emily Rose con ocho demonios más adentro. En un primer momento pensé que en la grabación se había colado lo que parecía la voz del Sabalero queriendo interpretar un tema de Aretha Franklin, pero enseguida comprendí que era mi voz la que rugía notas inalcanzables para su registro. La canción era en ingles (estoy seguro de que en una parte dije “shoulders”) y la melodía era muy pero muy rara. Tenía los compases típicos de la música oriental pero mi voz bailaba sobre una escala que hasta el más mononeurónico de los susanos habría podido identificar como del altiplano. También durmiendo juego bastante bien al futbol; al parecer juego de 9 o de 11, delantero de área chica, con olfato de gol, porque ya voy mandando a guardar varias pelotas allí donde las arañas tejen su nido. Parece que este es un sueño de compensación, es decir, me encanta este deporte mas siempre fui horrible jugándolo; no obstante en mi cabeza, de locatario y sin mecanismos de defensa (ni arquero supongo), todas las pelotas que de chico dejé orbitando alrededor de Alfa Centauro van a parar ahora a las redes. El denominador común de las actividades que desarrollo durmiendo parece ser que todas ellas son cosas que a la luz del día y en posición bípeda hago muy mal: cantar, jugar al fútbol, predicar en otras lenguas, patear la pared y roncar (es algo que en estado de vigilia siempre me costó hacer: no puedo hacerlo sonar como un ronquido, se me tapan los oídos y me queda la garganta rasposa).
Tampoco puedo dormirme jamás antes de las 3 a.m; lo de mi compañero de cuarto es más grave aún, se extiende hasta las 5 a.m aproximadamente (vale aclarar que no se queda entre mates y fotocopias sino entre capítulos de Naruto, Samurai Shamploo, Samurai X, Manga, y todo lo que venga de Japón con bocas chiquitas y ojos grandes), por lo que momentos antes de dormirme, le recuerdo que tome nota lo más cautelosamente posible de las cosas que digo dormido, ¿acaso no se dan cuenta? pueden ser genialidades! verdades absolutas que quién sabe qué dios nos envía a los mortales utilizando mi aparato buco fonador como medium, puedo quizás, derribar desde paradigmas astrofísicos hasta ganaderos con las defensas de mi conciencia en low, puedo componer otro “yesterday” dormido como McCartney y a éste sí llamarle “huevos revueltos!”, vaya uno a saber. Lo cierto es que, para desgracia de la ciencia y la fortuna de la iglesia, la libretita y los pentagramas aparecen en blanco todos los mediodías al despertarme, y a veces alguna nota: “no dijiste nada, pelotudo” en compases de 3/4.